13 junio, 2025

Contexto histórico

Contexto histórico

De la primera unión de los reinos de León y Castilla hasta la reunificación definitiva en el año 1230 con Fernando III el Santo.

De la mano de Carlos Belloso, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid, vemos las distintas etapas de unión y desunión que protagonizaron los reinos de León y de Castilla desde el siglo XI hasta la reunificación definitiva de ambos reinos en el año 1230 con Fernando III el Santo.

Fernando III era hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla. En 1217 había heredado el reino de Castilla tras la muerte del joven Enrique I (el 6 de junio de 1217) y la renuncia al trono de su madre Berenguela, y en 1230 heredó el trono de León a la muerte de su padre Alfonso IX. Hasta entonces, y desde el siglo XI, existen cinco grandes etapas de unión y desunión que repasamos a continuación:

1.- Primera unión de los reinos de León y Castilla con el rey Fernando I (años 1037-1065).

2.- Separación de los reinos de León y Castilla a la muerte de Fernando I (años 1065-1072).

3.- Nueva unión de los reinos con Alfonso VI (años 1072-1157).

4- La segunda división de León y Castilla con Alfonso VII (1157).

5.- La unión definitiva de los reinos de León y Castilla en 1230.

 

El reinado de Urraca I, reina de León y Castilla (1109-1126):

La soberana Urraca I era hija del rey Alfonso VI y de su segunda esposa, la reina Constanza de Borgoña. En 1093 contrajo matrimonio con un noble borgoñón, Raimundo de Borgoña, que llegó a León como respuesta al llamamiento que Alfonso VI había realizado a la cristiandad europea con intención de organizar una cruzada contra los almorávides que asolaban sus reinos.

Miniatura medieval que representa a la reina Urraca I de León. Tumbo “A” o Libro de los Privilegios de la Catedral de Santiago, Álbum de Reyes, de la Catedra de Santiago de Compostela. Anónimo. Dominio público.

En 1096, cuando se produjo el matrimonio de Teresa de León -otra de las hijas de Alfonso VI-, con Enrique de Borgoña, el monarca dividió Galicia en dos: el reino de Galicia le fue concedido a Urraca y su marido Raimundo y, por otro lado, el condado Portucalense, que comprendía las tierras entre los ríos Duero y Miño, correspondió como dote a Teresa y Enrique. Con el tiempo, este territorio daría lugar al reino independiente de Portugal. Por ello, hasta 1126 las relaciones con su hermana Teresa fueron de guerras, pactos incumplidos, amenazas, cambios de aliados y concesiones.

Su primer esposo Raimundo falleció en Grajal, en septiembre de 1107. Urraca sucedió a su difunto esposo en el señorío del oeste del reino leonés, y adquirió protagonismo total al morir en la batalla de Uclés su hermano Sancho, al ser la única heredera de León tras su coronación en 1109, a pesar de que ella era condesa viuda de Galicia.

Producida la separación de doña Urraca de su segundo marido, Alfonso I el Batallador (rey de Aragón), inmediatamente ella se dedicó a consolidar su poder por aquellas zonas más vulnerables a una ocupación inmediata de fuerzas aragonesas. A su muerte la sucedió su hijo Alfonso VII.

Proceso de repoblación y avance hacia el sur peninsular desde el siglo VIII hasta el primer tercio del siglo X, en que se supera la línea fronteriza del Duero. (Mapa: COBOS GUERRA, Fernando; CASTRO FERNÁNDEZ, José Javier de: Castilla y León. Castillos y fortalezas. Ed. Edilesa, León, 1998, p. 33).

1.- Primera unión de los reinos de León y Castilla con el rey Fernando I (años 1037-1065):

A lo largo del siglo XI se produjeron cambios determinantes para el futuro de los reinos de León y de Castilla. En 1037 Fernando Sánchez, último conde de Castilla, fue proclamado rey de León. En el año 1037, Fernando I se enfrentó con el monarca leonés Vermudo III. La victoria de Tamarón, el 4 de septiembre de 1037, abrirá a Fernando Sánchez, el conde castellano, el camino hacia el trono leonés a través de los derechos hereditarios de su esposa, la infanta leonesa doña Sancha; el 22 de junio de 1038, rodeado de magnates castellanos y leoneses, Fernando I recibirá solemnemente en León la unción y consagración regia de manos del obispo Servando (MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1987, p.267).

El triunfo de Fernando I se tradujo, en definitiva, en la primera unión efectiva de Castilla y León. Desde esa fecha, hasta el año 1230, hubo fases de aproximación a la vez que de separación entre los citados reinos de Castilla y de León.

Izda: Fernando I de León. Tumbo “A”, de la Catedra de Santiago de Compostela. Anónimo. Dominio público.

Dcha: Fernando I (1016-1065) rey de Castilla y León. Cartulario del siglo XII, Libro de las estampas, conquista de los reinos de taifas. Ubicación: catedral-archivo, León.

 

2.- Separación de los reinos de León y Castilla a la muerte de Fernando I (años 1065-1072):

A la muerte del rey Fernando I el 24 de diciembre de 1065, que había conseguido unir León y Castilla, dejó como herencia la división del reino entre sus hijos. Comenzó así la epopeya personal de sus descendientes: a su hijo Sancho le cedió el reino de Castilla; a Alfonso el reino de León; al tercero de sus hijos, García, el reino de Galicia; su hija Elvira será señora de Toro; y Urraca fue señora de Zamora. Esta división va a durar poco más de seis años, hasta que el 12 de enero de 1072 Sancho II, después de haber vencido y apresado a su hermano Alfonso, se corone en León como rey único en todo el reino de Fernando I.

 

3.- Nueva unión de los reinos con Alfonso VI en 1072-1157:

El rey Sancho pronto se erigió como el más fuerte de los tres hermanos y desde Castilla ejercerá una preponderancia sobre los territorios de León y Galicia. Sin embargo, con su muerte en Zamora se produce una nueva reestructuración de los territorios, de manera que el rey Alfonso VI de León volvió a reunificar todo en un solo reino en 1072, dando fin la etapa en que León y Castilla estuvieron separadas entre 1065-1072. Este período histórico es muy conocido popularmente por el papel que el Cid Campeador tuvo en ella, y por obligar a jurar al rey Alfonso de León en Santa Gadea que no tomó parte en la muerte de su hermano el rey Sancho de Castilla.

Alfonso VI de León. Tumbo “A” o Libro de los Privilegios de la Catedral de Santiago, Álbum de Reyes, de la Catedra de Santiago de Compostela. Anónimo. Dominio público.

La unidad del reino leonés se prolongará otros 85 años (de 1072 a 1157); durante ellos no cabe hablar de frontera entre Castilla y León, pues Alfonso VI, sucesor de su hermano Sancho II, prosiguió el fraccionamiento de los antiguos condados en múltiples tenencias hasta la desaparición fáctica de los mismos (MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1987, p.270).

Durante el reinado de la hija de Alfonso VI, Doña Urraca (que casó con Raimundo de Borgoña), y de su nieto Alfonso VII, los reinos de León y Castilla permanecieron unidos.

 

4- La segunda división de León y Castilla con Alfonso VII (1157):

A la muerte en el año 1157 del emperador Alfonso VII, nieto del rey Alfonso VI -que había llevado a cabo la segunda unión de León y Castilla-, por consejo de los condes de Lara y Trastámara se volvió a dividir el reino, una partición que tampoco satisfizo a los dos reinos. El reino de Castilla será para Sancho III, el mayor de sus hijos, y el reino de León lo heredó su otro hijo Fernando II. El reino de Castilla incluía Sahagún, Moral de la Reina, Tordehumos, Urueña y Cubillas (de Duero), Medina (del Campo), Arévalo; y todo el territorio de Ávila, desde allí el límite divisorio se ponía en la calzada de Guinea. En Asturias el rió Deva separaría ambos reinos.

El emperador Alfonso VII, rey de León y de Castilla (1126-1157). Miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela.

Lucas de Tuy, al dar noticia de la división del reino por Alfonso VII entre sus hijos omite cualquier precisión sobre el trazado de la frontera. En cambio, Rodrigo Jiménez de Rada, aunque sea someramente y pobre en topografía, sí que nos traza la frontera que por decisión de Alfonso VII marcará la línea divisoria entre los reinos de sus hijos.

Sancho III de Castilla murió tan solo al año siguiente de ser proclamado rey de Castilla, y le sucedió en el trono su hijo Alfonso VIII. No mucho después de morir Sancho III se produjeron incidentes no previstos en el tratado de Sahagún, y Fernando II entró en tierras castellanas, encontrándose en San Cebrián de Mazote el 12 de febrero de 1159.

En el Tratado de Sahagún de 1158 acordado entre los reyes de León (Fernando II) y Castilla (Sancho III), convinieron el reparto de al-Ándalus para cuando se ganase, dejando al rey leonés las tierras de Niebla, Montánchez, Mérida, Badajoz, Évora, Mértola y Silves. Era razonable la previsión del acuerdo, pues rigiéndose sólo por la Vía de la Plata que había dispuesto Alfonso VII podían sobrevenir contiendas en las ciudades cuyos territorios se hallaban a los dos lados de tal camino (GONZÁLEZ GONZÁLEZ, J., 1982: 420).

La frontera que estableció Alfonso VII para sus herederos, que empezó a tener vigencia tras su muerte en 1157, será inmediatamente contestada por Sancho III, que tras algunas rectificaciones acabará reintegrando estas conquistas a su hermano Fernando por el Tratado suscrito en Sahagún el 23 de mayo de 1158.

Sancho III el Deseado, rey de Castilla, en una miniatura del Compendio de crónicas de reyes de la Biblioteca Nacional de España. (Dominio público). Reinado: 21 de agosto de 1157 – 31 de agosto de 1158

Será en este momento, con la división de los reinos que se había hecho en el año1157, cuando surja el problema de cómo establecer una frontera que fije la división territorial que separaba ambos reinos en esta segunda mitad del siglo XII. Fue entonces cuando Alfonso VIII de Castilla (1157-1214) y Fernando II de León (1157-1188) se enredaron en una encarnizada guerra de fronteras, unas fronteras que eran muy distintas a las que habían estado establecidas en el año 1065. En este contexto, Fernando II de León pobló y fortificó los núcleos de Mansilla de la Mulas, Valencia de don Juan, Mayorga, San Pedro de Latarce y Tiedra (en las actuales provincias de León y Valladolid), mientras que Alfonso VIII por su parte hizo lo mismo con Urueña, Villalba y Medina del Campo entre otras muchas.

La presión castellana sobre la frontera conducirá al Tratado de Medina de Rioseco, suscrito el 21 de marzo de 1181, por el que desde Ceyon y Cea hasta el Tajo se restauraba una vez más la línea divisoria trazada por Alfonso VII al dividir el reino entre sus hijos (MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1987, p.271). Aunque el acuerdo en principio aparecía logrado, no resultaba fácil su aplicación concreta en la frontera discutida. Para evitar el enfrentamiento armado iniciaron las negociaciones y pactaron prácticamente sus condiciones cinco meses antes del acuerdo oficial plasmado en el Tratado de Fresno-Lavandera de 1183.

 

Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación), en http://valladolidenbici.wordpress.com/2010/04/01/el-rio-de-la-frontera/

 

El documento es un tratado de paz entre los reyes de León y Castilla, un acercamiento después de las hostilidades rotas tras la trasgresión de otro tratado de paz, acordado previamente por ambos reyes en Castro Nuni, es decir, en Castronuño, junto al río Duero. Allí publicaron la línea divisoria pormenorizada entre ambos reinos que sus monarcas respectivos debían respetar escrupulosamente y mantener desmilitarizada, esto es, sin construir nuevos castillos durante los diez años siguientes.

A la muerte del rey Fernando II, el 22 de enero de 1188, Alfonso VIII desbordará esta línea divisoria apoderándose de varias plazas leonesas. En vista de que seguían las disensiones entre ambos reinos, motivadas por intromisiones en aquel sector y en el de Campos, seis años más tarde la intervención del legado pontificio, el cardenal Gregorio, intentará aquietarlos y dictará en Tordehumos (Valladolid) el 23 de abril de 1194 un nuevo tratado de paz entre ambos reyes.

El Tratado de Cabreros (Cabreros del Monte, Valladolid) del 26 de marzo de 1206, suscrito entre Alfonso VIII de Castilla con Alfonso IX de León, puso fin a las disputas que existían entre ambos reinos por la posesión de diversas fortalezas que se hallaban en manos de Alfonso VIII, así como por la posesión de los castillos que constituían la dote de la reina Berenguela de Castilla, que era hija de Alfonso VIII y esposa de Alfonso IX de León, y de quien el soberano leonés se había separado en 1204.

 

Izda: Miniatura medieval que representa a Alfonso VIII de Castilla (1158-1214). Tumbo A.

Dcha: Miniatura medieval que representa al rey Fernando II de León. Anónimo. Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela (Dominio Público).

En 1216, Alfonso IX de León y Enrique I de Castilla pudieron llegar a un acuerdo y establecieron un compromiso matrimonial que deshiciese el tratado de Cabreros, afianzándolo con el castillo de Santibáñez de la Mota, puesto en manos de don Sancho Fernández, hermano del rey leonés, hasta que tal matrimonio se efectuase. En esa o probablemente en ocasión posterior, tal como pudo ser la originada en la intervención pontificia contra su celebración, Enrique I se comprometió a pagar 11.000 maravedís al leonés. En el tratado firmado en Toro Zamora), el 12 de agosto de 1216, ambos monarcas se avinieron parra impedir cualquier daño que se hiciese a las tierras fronterizas desde el Duero al Tajo y hasta la desembocadura del Deva, pero no aludieron a deudas.

Mapa: MONSALVO ANTÓN, José María: Atlas Histórico de la España Medieval. Ed. Síntesis. Madrid 2010, p. 135).

 

5.- La unión definitiva de los reinos de León y Castilla en 1230:

La definitiva unión de Castilla y León tuvo lugar con Fernando III, hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela de Castilla, en el año 1230.

En 1217 había heredado el reino de Castilla tras la muerte del joven Enrique I (el 6 de junio de 1217) y la renuncia al trono de su madre Berenguela, y en 1230 heredó el trono de León a la muerte de su padre Alfonso IX.

Lo más llamativo no fue sólo la unión de los dos reinos bajo una misma persona, sino que las diferencias que habían existido a lo largo de los siglos IX y X entre el reino de León y el condado de Castilla, fueron desapareciendo. En aquella época, en las tierras leonesas predominaba la corte y la alta nobleza, al tiempo que funcionaba como norma jurídica el Fuero Juzgo, texto procedente de los tiempos visigodos; en la zona castellana, por el contrario, era mucho menos fuerte la nobleza, al tiempo que se vivía a tenor de las costumbres. Las Cortes, surgidas en León en el año 1188, se fusionaron una vez que se produjo la unión de los dos reinos.

De esta manera, la frontera política que se alzaba entre los reinos de Castilla y León quedó borrada el 24 de septiembre de 1230, cuando ambos reinos se reunificaron en la persona de Fernando III. Como entre tanto en cada uno de los reinos al norte del Duero se había consolidado la jurisdicción de los Merinos Mayores, esa misma frontera política hasta 1230 continuará en pie después de esa fecha como línea divisoria administrativa entre los Merinos Mayores de Castilla y León, tal como nos las presenta el Becerro de las Behetrías de 1351.

La frontera leonesa y castellana trazada hacia 1157 por Alfonso VII solo se irá difuminando paulatinamente cuando la ‘señorialización’ progresiva del territorio y el reforzamiento de la autonomía municipal vaya reduciendo a la nada la jurisdicción efectiva de los Merinos Mayores tanto de Castilla como de León.

El rey Fernando III, representado en el Tumbo A o Índice de los Privilegios reales de Santiago de Compostela. Fernando III, apodado “el Santo», fue quien reunificó definitivamente los reinos de León y de Castilla en 1230.

 

Alfonso X el Sabio, heredero del rey Fernando III, que casó con doña Violante de Aragón, dio continuidad a la unión de ambos reinos en la segunda mitad del siglo XIII, consolidando la unificación institucional, así como también continuó la labor de reconquista que tanto había avanzado su padre en los territorios hacia el sur peninsular.

Izda: Detalle del Libro de ajedrez, dados y tablas de Alfonso X el Sabio. S. XIII. Biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Patrimonio Nacional.

Dcha:Alfonso X. Libro de los Privilegios de Toledo Archivo Municipal de Toledo, Cajón 10, legajo 3, nº 7, fol. 15.

Autor del artículo:

 Carlos Belloso Martín. Profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid.

(La Fundación Valores de Castilla y León no se hace responsable de los contenidos firmados por autores ajenos a la entidad).


BIBLIOGRAFÍA:

– GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Julio (1960): El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. Madrid. Tomo I Estudio, pp. 663-760.

 – (1982): “Fijación de la frontera castellano-leonesa en el siglo XII”, en: En la España Medieval. Estudios en memoria de D. Salvador de Moxó, I, nº 2 pp. 411-424.

– MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo (1983): Las comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana, Ed. Nacional. Madrid.

– (1986): “La Comunidad de Villa y Tierra de Medina”, en Historia de Medina del Campo y su tierra. Vol. I: Nacimiento y expansión. Coord. Eufemio Lorenzo Sanz. Ed. Ayuntamiento de Medina del Campo, Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y león, Diputación Provincial de Valladolid y Caja de Ahorros Provincial de Valladolid. Pp. 157- 202.

– (2007): Alfonso VIII, rey de Castilla y Toledo (1158-1214) Ed. TREA, en la colección Corona de España, Serie Reyes de Castilla. Estudios Históricos La Olmeda. Gijón.

– MONSALVO ANTÓN, José María (2010): Atlas Histórico de la España Medieval. Ed. Síntesis. Madrid.

SANZ RUBIALES, Federico; DOMÍNGUEZ, Óscar, en http://valladolidenbici.wordpress.com/2010/04/01/el-rio-de-la-frontera/

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