El valor de nuestros valores
El valor de nuestros valores
Basta indagar en el Estatuto de Autonomía de Castilla y León para comprobar que los valores y las señas de identidad son un legado histórico forjado a lo largo de tiempos inmemoriales, incluso anteriores al año 1230, fecha de aquella unión definitiva del Reino de León y el Reino de Castilla bajo el reinado de Fernando III. Un pasado lejano que, paradójicamente, transcurre con naturalidad en el momento presente y se cuela como una sombra que alumbra nuestro devenir diario, aunque a veces no seamos conscientes de su compañía.
Basta ojear las acepciones que la guardiana y custodia de nuestra lengua allende los mares, la Real Academia Española, otorga al término valor. Una palabra que, en Castilla y León, atesora un profundo significado de arrojo y firmeza; de subsistencia, heroicidad y conquistas; de valentía, fidelidad, ideales y perseverancia. Un vocablo que convive estoicamente con un glosario que también define conceptos como paz, tolerancia, respeto, civismo, democracia, cultura o diálogo. Su plural, valores, es más que un eslabón de vocales y sílabas cuya musicalidad entona el nombre de la Fundación Valores, que nace con el propósito de proyectar y divulgar el conjunto de identidades que configuran esta Comunidad, su historia, sus características o su riqueza lingüística. Valores es el susurro de una tierra gestada por abundantes ideales intangibles, por una herencia cuajada de acontecimientos, principios, decisiones, hazañas y emociones que llaman, aún en el momento más insospechado, al portón de nuestra esencia.
Basta con pararse y escuchar lo que el crisol esforzado y cambiante de Castilla y León esconde. Aquí no faltan ni historias, ni la defensa de las libertades, ni insurrecciones, ni hitos culturales, ni un rico patrimonio deslumbrante o un interesantísimo acervo secular. Tampoco testimonios vivos, como aquellos estructurados en castellano que quedaron rubricados en el Becerro Gótico de Valpuesta (Burgos) o, en un romance más libre y primitivo, en la Nodicia de Kesos del Monasterio de los Santos Justo y Pastor (Rozuela, León).
Vanguardia y tradición hilan la actual Castilla y León, una Comunidad de naturaleza excelsa, y variada, que transcurre entre los nostálgicos Campos de Castilla que retrató Machado, la bravura del Pozo de los Humos o de la Cascada de Tobalina, o las minas de oro que explotaron, bajo cielos briosos y atardeceres encarnados, los romanos. El camino continúa siglo a siglo, década a década, año tras año, con las huellas de un hoy que prosigue su rumbo, sin olvidar los pasos certeros de los que ya se fueron.
Fue así, piedra a piedra, como se levantó el acueducto titánico de Segovia o el silencio recio de la muralla de Ávila, la que tanto amaba Santa Teresa de Jesús. O las fachadas del elegante románico que se despliega en Soria o en la provincia de los contrastes, Palencia. Incluso las naves centrales de nuestras catedrales de Burgos o León, que cada día se iluminan con las primeras luces del alba, cuando el sol acaricia las vidrieras del altar que mira al este. Fue así, minuto a minuto, como el exquisito ritmo del modernismo de Zamora embelleció lo cotidiano o los templos del saber, como la universidad de Valladolid, alimentaron la mente y el espíritu. No olvidemos que fue en la de Salamanca donde Bartolomé de las Casas defendió la dignidad de los indígenas del Nuevo Mundo en la célebre «Controversia de Valladolid» (1550-1551).
Sí. Cada alma suma en esta Castilla y León cuajada de castillos. De valores invaluables. De filandones alrededor del fuego. Y de estrellas, como las que se observan en las noches rasas de luna clara en los muchos lugares donde la contaminación lumínica es, todavía, un fantasma lejano. Muchas, sin embargo, no se perciben a simple vista. Por ello, en esta sección relataremos Historias personales, y profesionales, que una a una entretejen la unión moderna de los territorios históricos que componían y dieron nombre a las antiguas coronas de León y Castilla.
Anónimos, o no, conversaremos y desentrañaremos con nuestros protagonistas los misterios de la medicina, de las labores del campo, de las artes, la investigación, el espacio, la física, los oficios tradicionales, la industria, la música, la literatura, la gastronomía, la solidaridad, el deporte o las múltiples iniciativas interesantes. Historias que hermanan. Historias que construyen. Historias que esclarecen el pasado, moldean el presente y vislumbran el futuro.
Anónimos, o no, conversaremos y desentrañaremos con nuestros protagonistas los misterios de la medicina, de las labores del campo, de las artes, la investigación, el espacio, la física, los oficios tradicionales, la industria, la música, la literatura, la gastronomía, la solidaridad, el deporte o las múltiples iniciativas interesantes. Historias que hermanan. Historias que construyen. Historias que esclarecen el pasado, moldean el presente y vislumbran el futuro.