Los reyes primos
Los reyes primos
El rey Alfonso VII de León (1105-1157), intitulado Imperator totius Hispaniae, decidió dividir sus vastos dominios entre sus dos hijos mayores, otorgándole a Fernando el reino de León y convirtiendo a su hijo Sancho en rey de Castilla. Sancho III apenas reinó un año antes de morir, heredando la corona castellana su hijo de tres años Alfonso.
Fernando II de León, que se pasó la vida intentado sin éxito convertir a su sobrino Alfonso en su vasallo, murió en el año 1188, sucediéndole entonces su hijo primogénito, que también tenía por nombre Alfonso. De este modo, a finales del siglo XIII había dos primos homónimos reinando uno en Castilla y el otro en León y, ciertamente, los dos Alfonsos, nietos del emperador Alfonso VII, se odiaban mutuamente. La historiografía quiso denominar al más mayor Alfonso VIII de Castilla y al de menor edad Alfonso IX de León.
Izquierda: Alfonso VIII de Castilla, derecha: Alfonso IX de León.
Ilustraciones de José Luis García Morán para la exposición permanente «Alba Medieval – Una historia de leones y castillos».
El caso es que cuando Alfonso IX de León comenzó su reinado, el rey castellano Alfonso VIII, que ya llevaba treinta años como rey, se creyó con el derecho de que su primo le rindiera vasallaje tras nombrarlo caballero en Carrión de los Condes en 1188, así que le extendió la mano para que la besara. El joven monarca leonés nunca olvidó aquella afrenta, pero aparte estaba el constante conflicto por la posesión de los castillos y poblaciones fronterizas entre los dos reinos. Así las cosas, los dos primos terminaron librando una cruenta guerra entre los años 1196 y 1197, que terminaría cuando la reina de Castilla, Leonor Plantagenet, harta de ver cómo dos reyes cristianos, además primos, se hacían la guerra cuando la amenaza almohade era evidente, decidió que había que acabar de una vez por todas con el conflicto.
A regañadientes Alfonso VIII aceptó que su hija primogénita, la infanta Berenguela de Castilla, se casara con su primo el leonés, lo que trajo por fin la paz entre los reinos de Castilla y de León. En todo caso, Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla, por una razón u otra, encontraron la manera de no luchar nunca juntos contra los almohades.
Alfonso VIII de Castilla obtendría una gran victoria en las Navas de Tolosa junto a los Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra. Por su parte, Alfonso IX de León conquistó Cáceres, Mérida y Badajoz. El primo castellano murió en 1214 y el leonés en 1230, convirtiéndose el nieto del primero y a su vez hijo del segundo, Fernando III, en rey de Castilla en 1217 y de León en 1230, todo con la inestimable ayuda de su madre y correinante, Berenguela la Grande.
Miguel Ángel Martín Mas y Charo García de Arriba